Corría el siglo I, los tiempos de Jesús de Nazaret, cuando nació en Betsadia (Galilea), Jacobo (llamado Santiago el Mayor o Santiago el de Zebedeo.
Según la leyenda, cuando los apóstoles son enviados a la predicación, Santiago habría cruzado el mar Mediterráneo y desembarcado para predicar el Evangelio en la Hispania. Según unos relatos, su prédica habría comenzado en la Gallaecia, a la que habría llegado tras pasar las Columnas de Hércules, bordeado la Bética y la deshabitada costa de Portugal; otras tradiciones afirman que su llegada fué a Tarraco y su viaje por el valle del Ebro, hasta entroncar con la vía romana que recorría las estribaciones de la Cordillera Cantábrica y terminaba en la actual La Coruña. Esta tradición hace de Santiago el santo patrón protector de España.
Alrededor del año 813, en tiempos del Rey de Asturia Alfonso II el Casto, un ermitaño cristiano llamado Paio le dijo al obispoTeodomiro que había visto unas luces merodeando sobre un monte deshabitado. Allí fueron, y hallaron una tumba donde se encontraba un cuerpo degollado con la cabeza bajo el brazo.Así tuvo lugar el descubrimiento de la Tumba del Apóstol, que supuso para el rey de Asturias una serie de beneficios: la aglutinación de sus territorios como un solo reino, bajo la especial protección del Apóstol, y la cristianización de la antigua "Vía del Finisterre", ruta seguida tradicionalmente por muchos pueblos de religión céltica, hasta el pretendido fin del mundo. De hecho, las peregrinaciones galas hacia el noroeste de España se han probado arqueológicamente y se puede afirmar que los celtas - en el primer milenio antes de nuestra era - recorrían toda Europa para ir a estos sitios, donde celebraban sus matrimonios y otros ritos.
Este camino precristiano se convierte así en el Camino de Santiago o Ruta Jacobea, y Compostela en el tercer núcleo de peregrinación medieval, tras Roma y Jerusalén.
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